25 abril, 2024

Debido a la contingencia sanitaria por el coronavirus, por primera vez en la Basílica de Guadalupe se celebró una misa sin feligreses, la cual fue oficiada por el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes.

En la celebración eucarística, se pidió por los enfermos y personas fallecidas por el Covid-19, por “los que se sienten afligidos o solos”, y “de una manera especial” por los médicos, enfermeras e investigadores “que buscan una cura definitiva”. El cardenal Aguiar Retes también llamó a los fieles a no ver esta pandemia “como un castigo divino”.

Veinte minutos antes del mediodía, las personas que se encontraban adentro de la Basílica fueron retiradas del lugar, para dar paso a la misa dominical de las 12 y la cual fue transmitida por televisión abierta y a través de internet.

Al inicio de la celebración, el rector de la Basílica, Salvador Martínez resaltó que la transmisión lograría hacer presentes a personas que se encuentran en sus hogares y en hospitales.

En la homilía, el cardenal Aguiar Retes dijo que “ante situaciones dramáticas, críticas, trágicas, casi siempre surge la inquietud de saber quién fue responsable de lo sucedido. Jesús indica que más bien debemos preguntarnos, qué quiere Dios de nosotros ante los acontecimientos”.

Señaló que “el estilo de vida de la sociedad globalmente hablando, está más orientado en atender el cuerpo y dar satisfacción a sus tendencias, que desarrollar el espíritu que da vida” a éste. Y en esa inercia -continuó-, “pierde importancia y sentido lo que hacen los demás, la persona del otro no me interesa”.

Destacó que “estamos así transitando a un individualismo subjetivista que convierte al otro en un objeto, me interesa el otro solamente si lo necesito para lograr mis objetivos».

En este sentido, Aguiar Retes pidió “preocuparnos por alimentar no solo el cuerpo y atenderlo, sino también por alimentar el espíritu, abrirnos a la trascendencia”.

E insistió: “Hemos perdido el horizonte del destino para el cual fuimos creados. Nos preocupamos solamente del presente inmediato sin tener en cuenta el futuro. Estamos ciegos al no reconocer nuestra vocación a la trascendencia, nuestro destino a la vida eterna”.

Acompañado de 10 religiosos más, pidió actuar «solidariamente mirando el bien no solo personal, sino también de la sociedad en sus distintas expresiones: barrio, colonia, ciudad, país, mundo”.

Mientras, afuera de la Basílica, los fieles se asomaban por las delgadas rendijas de las puertas para ver qué sucedía en el interior pues no se colocaron pantallas para que siguieran la transmisión ni había letreros para informar a qué hora se reanudarían las actividades normales.

Uno de ellos fue Rogelio Méndez quien acudió con su familia como parte de una manda para pedir por su salud “y nos libre de todas estas enfermedades nuevas que surgen”. Entró a las inmediaciones de la Basílica de rodillas con la intención de llegar a las primeras bancas a orar, pero se topó con las puertas cerradas.

“Ya no logré entrar pero la voluntad estuvo y llegué a la puerta y bendito nos proteja y nos siga dando vida para seguir sacando a nuestros hijos adelante”, mencionó.

 

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